Hace un tiempo me tocó trabajar para una empresa donde al principio parecía ser una propuesta laboral interesante, era un proyecto nuevo, excitante y prometía mucho crecimiento tanto profesional como personal, la propuesta requería de mi experiencia en Recursos Humanos principalmente en el área de reclutamiento para formar al equipo de trabajo, posteriormente la idea, era apoyarlos con su plan de vida carrera dentro de la compañía.
Todo iba muy bien al menos los primeros 2 meses, íbamos creciendo a buen ritmo, los candidatos y las entrevistas empezaron a fluir y de alguna forma el mercado laboral comenzó a ubicarnos como “Un buen lugar para trabajar”, lo cual me daba mucho gusto por que para su servidor formar parte de algo que es percibido como generador de valor es de suma importancia.
El equipo iba creciendo y el ambiente laboral era bueno entre la mayoría de sus integrantes, el único tema ahí, fue que quien lo lideraba tenía una forma “Peculiar” de ver las cosas, era extremadamente perfeccionista, ésto, al principio no me incomodo e intenté acoplarme a su estilo de trabajo, inclusive y de verdad, aprendí cosas bastante positivas de esta persona, eso para mí nunca representó ningún problema, hasta que un buen día comenzó a meterse en todo lo que hacía, que si agendaba entrevistas, que si no agendaba, que si escribía correos, hasta recibí una llamada de atención porque yo redactaba los correos “Demasiado formales” y la cultura de la empresa no era tan formal, llegó un momento en que el que hasta me pidió que lo empezara a copiar en prácticamente todo, TODO lo que escribía, se metía a mi calendario para ver, ¿Qué estaba haciendo?, era de verdad demasiado intrusivo y micro-controlador, llegó el punto en el que lamentablemente empecé a dudar de mis capacidades, a preguntarme si, ¿De verdad era tan malo mi trabajo?, ¿Cómo era posible que en las 3 últimas compañías (Dicho sea de paso con mucho más prestigio que en la que estaba) había recibido premios por mi trabajo y mis resultados y aquí la mayoría de mis resultados nunca fueron lo suficientemente buenos?.
Lo más curioso de todo era que el equipo de trabajo y la gente a la que me tocaba dirigir a mí, me veían como punto de referencia para tomar decisiones, tenía juntas uno a uno y la percepción de ellos sobre mi trabajo era positiva (Esto lo llegué a preguntar hasta en ocasiones fuera del trabajo).
Un buen día decidí intentar arreglar las cosas, le agendé una junta uno a uno a mi jefe y le pedí que por favor me dijera ¿Cómo podría yo cambiar esa percepción hacia mi trabajo?, a lo que me contestó, “Tienes ciertos detalles, pero nada de importancia, tu sigue haciendo el buen trabajo que haz estado realizando hasta el momento”, entonces en esa misma junta le pregunté, que ¿Por que no confiaba en mí y hasta se metía a mi calendario para después reclamarme por actividades que realizaba fuera del horario laboral?, a lo que me contestó, “Eso es otro tema diferente”.
Honestamente me costó trabajo entender ¿Cual era el verdadero problema?, si él mismo me decía que estaba haciendo un buen trabajo, solo había que corregir ciertos detalles, no nada más lo decía él, si no también los números, los compañeros, en general la percepción por mi trabajo era buena, entonces, ¿Qué estaba pasando? , ¿Que faltaba?.
A los 4 meses comencé a ver que mi jefe me contradecía en la mayoría de las opiniones en las juntas, los mismos compañeros lo notaban, era muy común escuchar comentarios como “Si, pero no, no, esto no es así, hagan lo que yo les digo”, en varias ocasiones mis compañeros de equipo le decían que sí, y al finalizar la junta ya no estando él presente, me volteaban a ver y me decían, Juan…¿Qué hacemos?, a lo que yo les contestaba, “Lo que diga el director, pero déjenme tratar de revisar este tema con él y vuelvo con ustedes”, me parecía que ya no era un tema profesional si no un tema personal, intenté arreglarlo de varias maneras, pero curiosamente cuanto más intentaba arreglarlo, peor se ponía la situación, era un jefe muy inestable, que se comunicaba de manera confusa, un día decía una cosa y al día siguiente llegaba a hablar del mismo tema a decir cosas completamente contrarias, era de verdad muy difícil poder llegar a un acuerdo con ésta persona.
En una de las juntas uno a uno que tuve con él, (Quiero suponer de verdad, que no fue su intención) se le salió decir “No te voy a dejar ir, pero no te voy a dejar crecer”, en ese momento pensé, ¿Cómo? entonces mi trabajo no es malo, si no, ya me hubiera dejado ir, pero la frase de: “No te voy a dejar crecer”, me pareció el comentario más poco profesional que he escuchado en mi carrera, pensé dentro de mí, “¿Quien cree que es para querer controlar mi crecimiento profesional? a fin de cuentas yo soy el único responsable de mi propio crecimiento profesional y no depende absolutamente de nadie más”, fue entonces cuando comprendí que con gente así no valía la pena perder mi tiempo por lo que sin decirle absolutamente ninguna palabra, esperé a que esta persona abandonara la sala, cerré mi laptop y me dispuse a ir a mi lugar de trabajo.
Al llegar ahí, volteé a mi alrededor y de alguna forma me sentí orgulloso por mis logros, la oficina estaba llena de gente muy capaz, trabajando contenta, en 6 meses nos tuvimos que cambiar 4 veces de oficina porque simplemente, no cabíamos, ésto para un reclutador habla de que sus procesos y la manera de gestionar el trabajo ha sido todo un éxito, el gran “Pero”, aquí es que quien más debería de verlo o valorarlo simplemente no lo hacía.
Al terminar mi día, esa misma tarde llamé a uno de mis mejores colegas de esta hermosa profesión llamada reclutamiento y selección de personal para tomarnos un café, le dije lo que había sucedido y que honestamente ya no me sentía tan a gusto ahí, que ya había intentado por varias maneras resolver este tema y que lejos de mejorar, con lo que había escuchado ese día en realidad empeoraba, el me dijo, “Juan, yo se quien eres, y sé lo que vale tu trabajo, déjame ver si en mi empresa hubiera algo para ti.” En ese momento sentí un gran alivio, me sentía totalmente apoyado a pesar de que todavía no tenía nada seguro, pero así terminó ese día, de alguna forma todo parecía estar tranquilo.
Pasaron 15 días desde que nos tomamos el café y no tenía noticias de este colega, por lo que me dispuse a llamarle, le pregunté ¿Qué había pasado? y me comentó que estaban revisando mi caso, por que necesitaban a alguien “Mas Jr.”, le dije que estaba dispuesto a demostrar que yo era el candidato que buscaban, aunque pagaran un poco más por mis servicios profesionales; En verdad lo estaba, estaba dispuesto a luchar por lo que yo consideraba mi felicidad profesional.
Mientras tanto en la empresa para la que trabajaba, había disminuido un poco la tensión, entiendo perfecto que hay momentos de mucha presión y hay que estar al pie del cañón, pero no estaba dispuesto a tolerar faltas de respeto, ni mucho menos amenazas de esta índole; en el proceso me dí cuenta que siempre y cuando hiciera exactamente lo que mi jefe quería, a la hora que él quisiera y hasta con el tipo de palabras que él quisiera podría “Llevar la fiesta en paz”, pero sentía que ese no era yo, si no una copia barata de una persona que ni siquiera admiraba, así que, ¿Por qué seguir ahí?, entiéndase también que cuando se es cabeza de familia, como en mi caso y se tienen ciertas obligaciones, dejar un trabajo que no nos apasiona, no es una opción muy viable.
Pasaron 2 días más y no tuve noticia de mi camarada, por lo que me dispuse a llamarle, le pregunté por el estatus de mi proceso, me contestó amablemente, “Vamos empezando proceso y luego platicamos”.
Me sentí feliz, sabía que tenía una oportunidad. Pasé las entrevistas, en todas ellas, si bien no fueron sencillas, realmente sentía que podía obtener el puesto.
Al finalizar la última entrevista, estaba muy satisfecho con el proceso, sentí mucha química con cada uno de los entrevistadores, era la empresa para la cual quería formar parte, supe que el puesto iba a ser mío, esperaba de verdad esa misma tarde recibir una oferta, pero esto no sucedió….
Pasaron 3 días y no tenía noticias de mi colega, nuevamente tomé el teléfono, en la llamada lo note un poco tenso, me dijo, “Te llamo en la tarde ya para cerrar tu proceso”, colgamos, y pensé….Cerrar mi proceso? Entonces, no fui seleccionado? uf! ¿Qué habré hecho mal?, pensé que era el indicado, entonces me dije, “Si no voy a ser yo el seleccionado, al menos habré aprendido ¿Qué fue lo que hice mal, para no volverlo a repetir”, pasaron las horas de ese día, un día bastante pesado, con mucha actividad, volvía algo de presión, pero eso no me bajó el ánimo, terminó la jornada y recibí la llamada de mi colega, me dijo, “Juan, ahí te va, estamos dispuestos a extenderte una oferta, siempre y cuando aceptes que yo sea tu jefe”, (Cabe mencionar que mi colega es 11 años menor que yo), para mi en ese momento, no representaba ningún problema, conocía el estilo de liderazgo de mi colega y sabía perfectamente que podríamos dar un excelente resultado juntos, por lo que le dije, que estaba de acuerdo y que esperaba la propuesta; en cuanto colgamos, a los 10 minutos llegó la oferta de empleo a mi correo, revise los términos y condiciones, los cuales me parecieron correctos, por lo que accedí a aceptar la propuesta; Estaba muy contento, por varias razones:
Al día siguiente, ya con oferta aceptada en mano, agendé una junta con mi jefe para anunciarle mi salida, le comenté que lo profesional eran 15 días pero que si necesitaba una semana más, estaría dispuesto a quedarme, me comentó que 15 días era lo justo, así que acordamos, éste período, lo que sí me pareció raro, fue que le extrañó mi decisión, sobre todo por lo “Corto” del período laboral en esa empresa, durante mis últimas 2 semanas, intenté hacer el mejor trabajo posible para dejar las puertas abiertas, uno nunca sabe las vueltas que da la vida y así como es importante tener buenos inicios, también es de suma importancia tener buenos cierres.
Fue en general un cierre bueno, nos fuimos varios a las alitas, tomamos algunas cervezas y me desearon lo mejor en mi nuevo reto profesional.
Hoy en día me encuentro muy feliz y satisfecho con la empresa para la que trabajo, se ve bastante prometedor, tengo una carga laboral muy equilibrada, el equipo está creciendo, hemos logrado muy buenos objetivos y sobre todo la comunicación con mi actual jefe es bastante buena, en conclusión puedo decir que de esta experiencia aprendí lo siguiente:
1. No permitas que nadie te falte al respeto: Punto, no hay justificación para ningún tipo de trato denigrante ni a tu trabajo, mucho menos a tu persona, si en el lugar donde laboras no respetan tus opiniones ni valoran tu esfuerzo, quizás esa sea una muy buena señal para pensar en cambiar de empresa.
2. Pon siempre de tu parte para la solución de conflictos: El principal problema en las organizaciones es la mala comunicación, si estamos o hemos estado en puestos de liderazgo, asegurémonos bien que la comunicación fluye adecuadamente dentro y fuera del equipo y que éste a su vez se siente cómodo con el tipo de comunicación o estilo de liderazgo que estamos ejerciendo.
3. Si no te hace feliz, suéltalo: Entiendo perfecto, que hay situaciones difíciles donde lo que se necesita de mi, es persistencia, pero seamos honestos, cuando no existe buena voluntad por parte de algún superior hacia mi trabajo o persona, intento solucionarlo por varios medios, si no mejora, entonces decido soltarlo, no es nada personal, pero de verdad, no tiene caso aferrarse a un lugar donde además de no apasionarme lo que hago, no respetan mi opinión profesional, cuando siento esa pasión, me levanto por las mañanas sabiendo que tengo mucho que hacer y lo hago con gusto, por que se, que con el trabajo que estoy realizando estoy aportando algo importante, esto claro depende mucho de mi, por eso siempre intento responder a estas 2 preguntas, Cual es el valor agregado que estoy generando para esta empresa? Mis resultados generan mayor rentabilidad que mi sueldo?.
4. Antes de soltar o hacer cualquier cambio, asegúrate de estar bien cubierto: Siempre digo esta frase coloquial cuando hablo de cambio de trabajo, “Tú, como Tarzán, no sueltes una liana hasta tomar otra”, y es cierto, imaginemos, ¿Que pasaría con Tarzán si al querer pasar de una liana a otra simplemente “Se le terminan las lianas”?, la respuesta es obvia, caería a lo más hondo de la selva, toma en cuenta que mientras más arriba estés de la liana, mas fuerte sera la caída, de la misma manera, creo que deberíamos de tomar muy en serio esta analogía, he conocido personas que por “Orgullo” dejan sus empleos que durante años los estuvieron sosteniendo, creyendo que el mercado laboral por su trayectoria va a recibirlos con los brazos abiertos, lamentablemente después de un tiempo de estar desempleados y de “Comerse” los ahorros que con tanto esfuerzo estuvieron juntando durante años, se les empieza a terminar y caen en una depresión de la que es muy difícil levantarse, la realidad es que vivimos en un mundo extremadamente competitivo donde los conocimientos, habilidades y el costo por persona se han convertido en una verdadera carnicería, si bien esto no es algo que debe quitarnos el sueño,si debería de ayudarnos a poner los pies en la tierra ya que siempre habrá alguien allá afuera que esté dispuesto a hacer nuestro trabajo por menos sueldo, por eso mi sugerencia aquí es, si ya no estamos conformes con nuestro lugar de trabajo, empecemos con la búsqueda, no esperemos a que las cosas se pongan realmente mal o lo que es peor a ser despedidos, no, por el contrario hay que buscar trabajo hasta encontrarlo, es difícil, pero eso también pone a prueba nuestro temple, de ahí que antes de soltar o hacer cualquier cambio profesional hay que asegurarse de estar bien cubierto.
5. Jamás dudes de ti: Todos tenemos algo que mejorar, tenemos cualidades y áreas de oportunidad, pero estar rodeado de gente que te hace dudar de tus capacidades? Que no se supone que el trabajo es donde deberías de crecer y desarrollar esas habilidades que te hacen falta?, si tu lugar de trabajo no hace que creas más en ti, definitivamente no es donde debes estar.
6. Tener un plan “B”: El millonario Warren Buffet dice: “Nunca dependas de un solo ingreso”, si lo dice él es cierto, en mi caso, soy catedrático de una universidad a nivel maestría, que si bien no me da el suficiente dinero para mantener el nivel de vida que tengo con mi trabajo principal, el hecho de saber que si me quedara sin trabajo tengo esta otra opción me da mucha tranquilidad, además de que me gusta, me mantiene actualizado en conocimiento y me hace sentir que estoy aportando algo útil a los jóvenes de este país.
Así fue como tomé una decisión que pensé durante varios días de la cual no me arrepiento, me encantaría leer sus amables comentarios y valiosas aportaciones.